Desde el barrio Abedules en San Carlos de Bariloche, Jairo Ariel Rayman no deja de agradecer. A los sponsors; los municipios que le brindan la posibilidad de trabajar; a sus equipos boxísticos y a sus nuevos managers. El rionegrino cuenta su historia y habla de Patagonia en el sentido más profundo. Y hasta su apodo tiene que ver con la identidad de ésta tierra, es que el “Maky” es un diminutivo de “Máquina” en honor al Tren Patagónico que recorre desde Viedma hasta Bariloche por la línea sur de Río Negro.
Rayman tiene raíces profundas y “respira” aires sureños pero asume que su futuro boxístico está a varios kilómetros de distancia. Firmó primero para Mario Arano; luego con Luis Tapia y ahora con Carlos Tello y Sampson Lewkowicz. “Primero me fui a Junín, colaboré con Lucas Matthysse e integré su grupo hasta que se disolvió después de que perdió con Postol. Me volví a Bariloche y organicé solo un par de peleas hasta que apareció American Boxing Promotions que me ofreció la posibilidad de pelear en Estados Unidos. El año pasado estaba la chance de viajar pero no se dio, inclusive viajé a entrenarme a Buenos Aires para llegar diez puntos. Estaba primero Las Vegas y después Los Angeles pero no llegué ni a subirme al avión”, reconoce Rayman quien dice haberse desvinculado “en buenos términos” pero sin perder de vista el objetivo. “Quiero ir sí o sí a EEUU porque es algo que sueño y anhelo. Creo que tengo tres o cuatro años para jugármela y si Dios quiere que se dé todo lo que se tenga que dar para mí”.
«Mi única derrota fue en Mina Clavero, y no había sido tal. Pero me saqué la espina con Ezequiel Zabala, a quien puse nocaut en la revancha en Bariloche. Fue un antes y un después para mí. Era un rival difícil porque era zurdo…»
A la hora de la acción, asume ser “estilista; que boxea por afuera, le gusta caminar y moverme. Tengo el orgullo de que si la pelea se está perdiendo, salgo a buscarla. Me busca boxear en jab y usar todo el ring. Ahora estoy resurgiendo. Aspiro a pelear por un título y ojalá sea el argentino. Estamos viendo las mejores opciones: un título o un campeonato Super 8 en superwelter también”. Y no descarta eventuales cruces ante los tops de la división; Alejandro “Cuervo” Silva, el campeón nacional o el cordobés Adrián Sasso, monarca sudamericano.
Rayman se había establecido en Temperley y se movía en el gimnasio Villa Ofelia de Lanús con Maximiliano Viso pero en su estadía en Bariloche supervisan su trabajo Jorge González y el preparador físico Rafael García. Casado con Gabriela Campos, estudiante universitaria y padre de Eric Santiago (7) se reconoce como un “agradecido” por el apoyo que recibe. “Agregá a mi perro Simón“, expresó.
“Trabajo en dos municipios. Uno es Ñorquinco (límite con Chubut, a 35 kms. de El Maitén) donde doy clases de boxeo cada quince días junto a su hermano Abraham –boxeador amateur- y el otro es Dina Huapi donde presto servicio en el Polideportivo como profesor de boxeo”.
Para referenciar aún más su identidad patagónica, el boxeador se crió en un pequeño pueblo habitado por no más de cien familias, en cercanías de Ingeniero Jacobacci. “A Clemente Onelli, le dicen la capital del frío. Yo estudié en la escuela rural; hice mi infancia y ahí están mis abuelos y mi viejo. A los 16 años viajé a Bariloche donde empecé a boxear”.
Orgulloso, reconoce ser parte de una generación de figuras cordilleranas junto a Saúl Huenchul, César “Perca” Inalef, “Cirujita” Ovejero, Armando “Tucu” Juárez y Jaime Andino Vilpán. “Él era el que más se perfilaba. En nuestra época fue el único que llenó Bomberos al márgen de Coggi-Inalef. Cuando enfrentó al chileno Hardy Paredes por el CMB Latino, yo estaba haciendo mis primeros pasos y abrí el festival. Era un mundo de gente”.
IT/Piñas del Sur.