La humildad es la bandera que unifica a la mayoría de los boxeadores, el esfuerzo incorporado; puro factor transpiración. Aunque cuesten las distancias y resulte en muchos casos, conseguir peleas cuando se viva en la Patagonia y no se tenga los debidos contactos. Martín Matamala, neuquino pero radicado en Río Negro lamenta la inactividad de casi un año y tres meses pero se muestra optimista a la hora de la vuelta. “Es difícil no pelear aunque tampoco se puede entrenar con normalidad ya que todos hacemos lo que podemos y con los medios que tenemos. En mi caso, me muevo en mi casa donde tengo una bolsa, pesas y algunos otros elementos”.
Matamala reparte su tiempo entre el entrenamiento, el trabajo en el taller de radiadores y la rutina familiar en su casa del barrio Pacheco Bis en Cipolletti. Está casado con Agustina y tiene dos hijos, Tiziano y Luzmila. Admira a Marcos René Maidana, el fenómeno Lomachenko y el filipino Manny “Pacman” Pacquiao. Nació en Neuquén el 7 de diciembre de 1992 y reconoce que su historia boxística arrancó casi de manera casual. “Llegué por primera vez a un gimnasio acompañando a un amigo. Me gustó mucho la actividad al punto que mi amigo dejó pero yo decidí seguir y hacerme boxeador”.
Matamala hizo dos peleas en el exterior. Con el puertorriqueño Abraham Nova en Punta del Este y en Fairfax, Virginia ante Greg Outlaw. Fueron dos derrotas pero el «Guapo» rescata la experiencia de haber participado en mega veladas internacionales.
“Mi prioridad hoy es volver a pelear y por supuesto, tener la posibilidad de volver a combatir en el exterior. También me propuse volver a mi categoría y ya no dar ventajas en materia de peso. Quiero meterme en super pluma y ahí, poder establecerme y hacer carrera. Mi estilo ?. Creo que soy un peleador con estilo y que además es guapo…”.
A la hora de mirar atrás, Matamala (27 años y récord 13-8 con 3 antes del límite) reconoce el constante apoyo familiar. “Mi papá y mi familia siempre están acompañándome. Tenía sponsors y gente que me apoyaba pero por la inactividad decidí que era mejor no molestarlos. Por eso es tan importante volver a combatir”.
Lo apodan “Guapo” y no es casualidad. En Punta del Este, en su primera salida del país, Matamala cayó ante el puertorriqueño Abraham Nova por nocaut técnico, antes del comienzo del quinto round tras sufrir una fractura de mandíbula. Y llegó hasta Estados Unidos chocando ante el gigante invicto local Greg Outlaw en Fairfax, Virginia perdiendo por nocaut en el cuarto round en su última salida oficial. “Se gana, se pierde y lo mejor de todos es que se aprende”, reflexionó después en su cuenta de Facebook con ésta valiosa experiencia profesional a cuestas que nadie podrá quitarle, la de pelear en “las grandes ligas” del boxeo mundial.
“Ser boxeador no es una cuestión sencilla. Para mí es un trabajo que debe tomarse con mucha responsabilidad y que requiere de muchos sacrificios para poder subir a un ring en condiciones con la entrega total para alcanzar una victoria”, dijo el ex pupilo de Wilfredo Vilchez en el gimnasio “Futuros Campeones” de Santa Rosa aunque actualmente no tiene un entrenador que lo oriente. Y esto le representa, claramente, una desmotivación…
IT/Piñas del Sur.