Adrián Arancibia, de Puerto Madryn, con 21 años (14/01/99) es otro de los jóvenes que cambió el boxeo por el fútbol y desde la “primera vez” en el gimnasio, encontró su vocación y su propio espacio. “Mi papá quería que me cuidara físicamente y me pidió que fuera a entrenar con mi hermano en el gimnasio Municipal. Ahí conocí a Omar Secton, mi técnico actual. Yo tenía 14 y no sabía si me iba a gustar; miraba cómo tiraban los golpes y cómo se trabajaba. Todo eso valió la pena”.
Destaca el acompañamiento familiar y de los compañeros de gimnasio, inclusive a Zona de Impacto y el gym Romero que han colaborado con los guanteos previos a cada pelea. “Cuando necesité entrenamiento físico me iba a lo de mi amigo Adrián que tiene un gimnasio y siempre me abrió las puertas”. En la categoría más de 81 kilos lleva 25 peleas realizadas con 5 derrotas y 2 empates. “La más destacada fue en Rawson contra un cubano que tenía muchas más peleas que yo. Subí muy nervioso, pensando que iba a ser muy difícil pero gracias a Dios pude ganarla. Otro buen combate fue con el “Chelo” Manso de Trelew, hicimos cinco en total con él. Lo reconozco como mi mejor rival, boxea bien y siempre se lo dije”.
A la hora de plantearse objetivos, el jóven proyecto madrinense, vecino del barrio San Miguel, busca el reconocimiento luego de haber participado en Campeonatos Argentinos y Regionales. “Fui medalla de oro de los Evita y actual Regional. Gané bronce en el último nacional de San Juan en el 2019. Con el tema del profesionalismo pienso cómo será pelear con los mejores”. Se dice “observador” del estilo del mexicano Saúl Alvarez y de la garra combativa del “Chino” Marcos Maidana aunque su ídolo boxístico está en casa. “Yo admiro a mi hermano Cristian. Siempre quise pelear como él y es mi referente. Quiero aprender su estilo y copiar su manera de tirar golpes, es mi único ejemplo a seguir”.
“Cada vez que tengo que pelear me considero ansioso; muy callado aunque me gusta “romper el hielo” y hacer alguna payasada en el vestuario para transmitirle tranquilidad a mis compañeros. Soy inquieto, siempre tengo que hacer algo y no puedo quedarme tranquilo”, reconoce.