Brian Castaño quería revancha. Le había dolido mucho perder el título ecuménico superwelter de la Asociación Mundial de Boxeo a mediados de 2019 por una decisión de esa organización, sin siquiera poder subirse al ring, y quería volver a ponerse un cinturón de campeón mundial. Entonces hizo lo que sabe hacer: trabajó sin descanso bajo las órdenes de Carlos, su papá y entrenador, y dejó que la bronca que sintió después de que lo despojaran de esa primera corona se tradujera en impulso para buscar una nueva. Y lo logró. Con la victoria por puntos, en fallo unánime, ante el brasileño Patrick Teixeira, en un intenso combate a 12 rounds que se llevó a cabo en el Fantasy Springs Resort Casino, de Indio, estado de California, el bonaerense se transformó en el nuevo campeón superwelter de la Organización Mundial de Boxeo (OMB). «No cualquiera puede ser campeón del mundo y yo le he sido dos veces. Es uno de los grandes triunfos de mi carrera», comentó el oriundo de Isidro Casanova, que a los 31 años volvió a poner a la bandera argentina en la lista de monarcas mundial del boxeo masculino después de casi 20 meses. Él había sido justamente el último boxeador de nuestro país en ostentar ese honor, con el título que consiguió en noviembre de 2016 al noquear en el sexto asalto al dominicano Emmanuel De Jesús en el polideportivo Presidente Perón de González Catán. Pero en junio de 2019, tras tres defensas exitosas ante los franceses Michel Soro y Cedric Vitu, y el cubano Erislandy Lara -el único empate de un palmarés invicto que tiene hoy además 17 victorias, 12 por nocaut-; la AMB le quitó la corona. La asociación con sede en Panamá «castigó» al argentino por negarse a firmar el contrato para una revancha otra vez con el francés Soro por diferencias en la forma de pago de la bolsa y en el realización de los controles antidoping. Esa decisión le molestó mucho a Castaño y lo motivó para no bajar los brazos. Para ser campeón otra vez tenía que lucharla; pero para el bonaerense, ese era terreno conocido. Nacido en San Isidro, se formó en el club Villa Alida de San Justo, bajo las órdenes de su padre Carlos, ex boxeador, que lo inició en este deporte. Tuvo su debut a los 11 años, en una pelea ante un rival cinco años mayor al que logró mandar a la lona. En sus primeros años, su padre se aguantó algunas sanciones y llamadas de atención por enfrentarlo con chicos más grandes. Pero para Brian, los de su categoría no presentaban grandes desafíos. A fuerza de trabajo, en menos de tres años ya se había ganado un lugar en el seleccionado argentino y como amateur, llegó a hacer 198 peleas, con 188 victorias. En 2012 se hizo profesional y en 2015, empujado por su entorno, se trasladó a Los Ángeles, Estados Unidos, donde hoy sigue haciendo base en las previas de sus grandes combates. En el inicio de esa nueva etapa en el exterior, se encontró con un rival desconocido, pero abajo del cuadrilátero. Porque empezó a sentir miedo a la muerte y a sufrir ataques de pánico mientras entrenaba. Les hizo frente a esos temores con la misma convicción con la que lanzaba golpes arriba del ring: trabajó con un psicólogo y finalmente logró superarlos. Poco después, celebró su primer título mundial en 2016. Y casi tres años más tarde, una decisión de la AMB lo destronó. Tras perder la corona, Castaño peleó una vez más antes de entrar en una inactividad de más de un año. El 2 de noviembre de 2019 derrotó por nocaut técnico en el quinto round al nigeriano Wale Omotoso en Oxon Hill, Maryland. Entonces, la pandemia y una serie de problemas administrativos ajenos pusieran su carrera en pausa. Quince meses tuvo que esperar para tener la posibilidad de revancha por una corona mundial. Pero la chance finalmente llegó, tras dos postergaciones, la primera en abril de 2020 por la crisis sanitaria y la segunda, siete meses más tarde, por problemas de Texeira para conseguir la visa para ingresar a Estados Unidos. “Vengo con hambre de gloria y quiero recuperar lo que un día me sacaron», había avisado antes de la pelea del sábado. Y no desaprovechó la oportunidad. Ante el brasileño, que hacía su primera defensa del título que había ganado en noviembre de 2019, Castaño dejó que la bronca por aquella corona perdida en un escritorio y el esfuerzo de meses de trabajo le dieran más potencia a sus golpes; y volvió a coronarse campeón mundial. Histórico.