La vida de Domingo Abrahan “Chiqui” Valenzuela no es distinta a la de tantos boxeadores que nacieron en hogares llenos de miles de necesidades y que buscaron, en el mundo del duro deporte de los puños, la manera de traer algún dinero para el sustento diario. Donde muchos creyeron que con sus golpes se iban a llevar el mundo por delante y si por momentos las luces de las grandes ciudades le mostraron un sueño, los avatares de la vida se encargaron de volverlos a la realidad. Valenzuela sabía mucho de esto, sus cualidades boxísticas jamás estuvieron en dudas. Integró la selección nacional de boxeo que viajó a Paraguay, Uruguay, Chile, Perú y Colombia. Combatió en 96 oportunidades: empató tres, perdió cuatro y ganó 89. Estuvo cuatro años primero en el ranking y cinco años entre el tercero y el octavo puesto. Entre 1976 y 1980 encabezó el de los pluma, liviano junior y gallo.
«Chiqui» se hizo bien de abajo, desde sus orígenes supo del sacrificio y de la dureza de la vida, supo que nada le iba a ser fácil, supo que estaba signado por una señal que si quería llegar a lo más alto, debía sortearla con muchas dificultades. A los quince años, ya había boxeado en los mejores lugares de Real del Padre, su tierra natal en Mendoza. Viajó a San Rafael para quedar bajo la tutela de Héctor Mora, (ex campeón argentino y sudamericano peso mediano), con quien hizo ocho peleas con suerte dispar.
Pese a su juventud —tenía 18 años— contaba con experiencia internacional. En Talca, Chile, le ganó a «El Lechero» Rubio, alcanzó el título trasandino de la categoría; en 1969 fue campeón Cuyano. En 1970 obtuvo los títulos “Guantes de Oro» y el Argentino de Novicios Mayores.
Por una recomendación de Juan Aguilar, don Paco Bermúdez lo recibió en su gimnasio «El Mocoroa». Bajo sus órdenes hizo varias peleas, entre ellas una en Uruguay frente a Pantaclay da Silva, que ganó por puntos.
Valenzuela se quería venir a San Luis y habló con don Bermúdez. Se radicó en la calle Tacuarí, entre 25 de Mayo y 9 de Julio. En 1976, el originario de Real del Padre debutó en San Luis, frente a “Moñito” Funes y le ganó por puntos. Su entrenador era Salustiano Suárez y su segundo, “El Pelado” Calderón. Después enfrentó al “Mocasín” Villavicencio, a Mario Domingo Viscaya y al “Polvorita” Gómez.
Abrahan “Chiqui” Valenzuela fue protagonista de grandes combates. Era carismático y entrador, tenía buena cintura, un depurado estilo, golpeaba con las dos manos. La última pelea que hizo ese año fue contra Víctor Echegaray, ganó 22 millones de pesos (fue el 22 de diciembre de 1976), había comprado una Chevrolet 250, un coupe Chevy y un Torino.
La presencia de Valenzuela era sinónimo de espectáculo, pero repentinamente las cosas cambiaron y el púgil se fue a trabajar a un depósito de frutas y verduras, ubicadas en la avenida Justo Daract, en la feria “Los Mendocinos” de los hermanos Benenatti, y también trabajó de albañil.
Hizo una pelea en Rancul, otra en Cañada Verde y en General Pico, provincia de La Pampa, hasta que en 1984, regresó a San Luis nuevamente. Fue empleado del área de Deportes del Gobierno de la Provincia. Volvió a entrenar bajo las órdenes de Suárez y José Alberto Vega en Sociedad Española.
Tuvo rivales como el chileno Zúñiga, Echegaray, «Polvorita» Gómez, Pedro Armando Gutiérrez, Nicolás Arkuzyn. En San Luis hizo 57 peleas, entre ellas una con Héctor “Bocacho o Cloroformo” Álvarez, que venía de hacer su campaña en Bahía Blanca. También combatió con Jorge Erramoure, José Filippi, Julio Jorge, Luis Díaz, Luis Ángel Musa, y los hermanos Heredia, Ángel y Juan. En diciembre de 1987, después de perder con Mario Vizcaya y Pedro Armando Gutiérrez, anunció su retiro del boxeo para acompañar a su hijo Hernán «El Chino» Valenzuela. Hoy, a 72 años de su nacimiento, lloramos su partida, que en paz descanse.
Por Johnny Díaz/El Diario de la República.