Si existiera una suerte de “túnel del tiempo” en el que el ayer volviera a gravitar en tiempo presente, seguramente José Oscar Llanquín (56) estaría ocupando alguna pantalla televisiva en un horario central. Y quizás hasta podría verse en una gran noche con los guantes puestos ante el rival que cuadre. Porque el estilo del “Coño” resume la técnica misma, la postura exacta y el movimiento preciso tanto para administrar la defensa como para reconvertir el movimiento, en un paso de ataque. Todo extraído de un mismo libreto callejero. “Comodoro es mi ciudad natal, me crié a cinco o seis cuadras de la vieja cancha de Huracán, en Alsina y Misiones en el barrio Pietrobelli; tengo muchísima gente conocida e inclusive familia”, destaca hoy Llanquín, afincado en Trelew.
El arte de boxear equivale para él a un “placer”; la nobleza misma de pegar sin ser golpeado. “Decir técnica incluye cintura, desplazamiento de piernas y combinación de golpes. Lo aprendí con mi entrenador Félix Chiquichano, viví en Mendoza instalándome en el gimnasio de Francisco Bermúdez, una verdadera leyenda del boxeo. Me pasó lo mismo en Mar del Plata con Heber Agüero. Donde viajaba iba aprendiendo algo más”.
Lejos de cualquier duelo generacional, Llanquín elige el boxeo “limpio y transparente” donde se aprecie la riqueza técnica sin ayer, ni hoy que lo diferencie. “Puedo decir que me hice de muchísimas amistades en todos lados” prioriza el “Coño” quien se reconoce como un hombre de fe que supo decidir el lado correcto. “Tengo salud y me siento bien solamente por Dios que me ha sacado de la mala vida. Voy a la Iglesia y ya no hago la vida que hacía, estoy en paz y no le debo nada a nadie”.
Debutó como profesional en 1984 perdiendo con Ramón Crespín (fallecido) ante quien peleó 4 veces en su carrera (2-2) a lo igual que con José Ramón “Bronca” Soria (1 ganada, 2 derrotas y 1 empate). Es vencedor de José Cruz, Roberto Guerrero, Fidel Avila, Hernán Montesino y el jujeño Jesús Romero. Lo vencieron entre otros Norberto “Soldado” Ramírez; Hugo Hernández, Raúl Guichapani (fallecido) y el cordobés Fabián Tejeda quien lo noqueó el 4 de noviembre del 89, en la FAB cuando intentó coronarse campeón argentino liviano que se hallaba vacante. Combatió hasta el año 2005. Su récord profesional según BoxRec incluye 20-19-4.
Reconoce que el boxeo le dio “educación” de cualquier manera posible. “Yo empecé a los quince, hice 50 peleas de amateur y otras 50 profesionales; perdí por el título argentino y perdí con Fabián Tejeda. Más allá de las alegrías y tristezas, puede decir que el deporte me ha dejado mucho”. Admite que quienes lo vieron en el ring, aún hoy destacan su talento, excento quizás de la disciplina y los cuidados que requiere la alta competencia. “Lo que hice a la gente le llegó y aún hoy me lo dicen. Para mí es un reconocimiento”, propone Llanquín quien habla orgullosamente de su hijo, homónimo, de 15 años. “Estoy haciendo política, trabajando socialmente, eln el 2019 fue precandidato a intendente de Trelew, considero que estuvimos bien por ser la primera vez. Hoy estamos trabajando nuevamente, nunca bajamos los brazos ni dejamos de hacer militancia. Vemos las necesidades de la gente y una provincia en decadencia”. Hábil para salir rápido de la “zona de fuego” repite la importancia de entregar su vida por una causa y de involucrarse en cuestiones sociales, desde una política “desde el barro” que pone primero al que no tiene. “Miro boxeo una vez a las quinientas”, cerró.
IT/Piñas del Sur.