José Vargas apostó al silencio. Y al trabajo. A esquivar los flashes y a enfocarse en lo único importante: la preparación y el entrenamiento. Sus pasos lo llevaron hasta Trelew, donde transpiró a la par de una figura internacional y “afinó” la máquina para pelear dentro de pocos días frente a Guido Schramm. No solamente promete dar batalla, sino que no duda con dar un batacazo.
“Con “Nino” López tuve guanteos fuertes como nunca había tenido. Hacía falta conocer mis límites porque guantear con chicos o gente del kick-boxing no nos servía”. Respecto al púgil de Arribeños lo definió como “un atleta” de otro nivel, con experiencia en campamentos y una vara alta para conocer su verdadero nivel. “Me dice que estoy bien, corregimos la mano arriba y trabajamos con mucha intensidad, intercalando velocidad con fuerza. Uno busca y el otro resuelve. El guanteo te hace pensar, te plantea situaciones de pelea y cómo resolverlas llevando el round a round. “Nino” es un pegador, pega como una mula y pude aguantarle las manos”.
“Varguitas” dice no intimidarse con las referencias de su futuro rival. Y más allá del respeto, promete desplegar lo aprendido. “Un triunfo me abriría muchas puertas y especialmente en lo económico. Las derrotas del año pasado fueron por no guantear, ahora hice un trabajo de calidad y voy a explotarlo al máximo”, reconoce el púgil de Esquel que volverá éste sábado 3 a las pantalla televisión nacional.
“No pienso en dar una sorpresa, directamente voy a darla. Vamos a dejar el corazón y los huevos. Por algo me fui de mi casa para progresar y aprender cosas nuevas. La gente sabe que doy batalla y que no me cago con nadie”. (José Vargas)
Menciona las palabras “constancia y entrenamiento” y ahí reconoce la tarea de su rincón Julio Vargas, una parte esencial de su equipo. “No pienso en dar una sorpresa, directamente voy a darla. Vamos a dejar el corazón y los huevos. Por algo me fui de mi casa para progresar y aprender cosas nuevas. La gente sabe que doy batalla y que no me cago con nadie”. Agradeció el entrenamiento en Trelew, la soledad que ayudó para enfocarse en el objetivo y a las personas que creen y confían casi tanto como él, en sí mismo.