Ariel Leonel López vivirá en cuestión de horas, el sueño que persiguió quien fuera su mentor y se prepara para rendirle el mejor homenaje en una noche inolvidable. Lejos de Comodoro Rivadavia debutará como boxeador profesional, con la fé, la confianza y un legado incomparable.
El apodo de “Morito” no es casual ya que es inevitable el recuerdo del cubano Juan Fernández González, el maestro que llegó de Pinar del Rio para dejar su huella en la Patagonia Argentina. Ariel López es una semilla que el “Moro” cuidó y formó pacientemente. “Me pasa siempre en cada entrenamiento, eso lo vivo siempre y lo tengo muy presente a él y las cosas que siempre me decía, los consejos que me daba”.
A poco de estrenar vendaje, admite conocer a su rival por haber sido su último rival en el amateurismo. “Sé cómo boxea y cómo se planta en el ring. Yo igual tengo mi estrategia, me siento bien, me entrené a full, nunca paré y metí buenos spárrings”.
Reconoce tranquilidad aunque la procesión vaya por dentro. “Quizás me sienta nervioso o más bien ansioso cuando se aproxime el momento de la pelea. Una vez que me haga el vendaje que será nuevo para mí, me sentiré más tranquilo. Ahí me olvido de todo y quiero estar en el ring”.
“Los dos somos neutrales aunque mi rival viva un poco más cerca”, cuenta López quien asume haber defendido con sus manejadores, la opción de debutar en Comodoro. “No veía la hora de debutar. Igual van a viajar amigos y mi familia así que voy a tener el apoyo de ellos”.
“Pienso que para ser profesional hay que serlo en todo sentido, hay que dedicarse de lleno. Gracias a Dios mi familia me apoya y tengo gente que también lo hace para que pueda dedicarme a full”.
En el pesaje oficial acusó 72,400 kilogramos mientras que Federico Vega, de Puerto Madryn y pupilo de Mauko Narváes, también debutante cumplió en un segundo intento con 72,500. “Va a ser una noche especial”, sintetizó.