Oscar Daniel Véliz, “Escopeta”, no extraña su rol activo y a los 46, disfruta el boxeo desde un rol igualmente cercano. El emblema del boxeo madrinense en la última década, conserva el estado y la forma, la pasión por el deporte y la férrea disciplina del gimnasio. En el rincón de Facundo Gorsd, su pupilo en el profesionalismo y con el orgullo de “haberlo dado todo”, Véliz respira boxeo mientras da clases recreativas y con un grupo de competencia en el gimnasio “Zona de Impacto” que montó en su propia casa en el barrio Oeste. “Como el que se retira del fútbol e hizo el deporte toda la vida, se extraña pero ser entrenador me mantiene cerca del boxeo”.
Asume que “Facu” Gorsd, el jóven profesional que formó desde el amateurismo, tiene identidad propia y un futuro que dependerá de sí mismo. “Es, digamos, totalmente él. Aprende y asimila cada cosa que se enseña. Absorbe todo pero creo que tiene un estilo particular; es muy superior a mí, más técnico y tiene una pegada justa. Es un boxeador muy completo”. Y reconoce que a futuro, la búsqueda de la oportunidad será un premio que encontrará en el transcurso del camino. “Como a cualquier pibe que se entrena y pone el lomo en esto; tanto sacrificio siempre en algún momento da sus frutos. Hay que seguir insistiendo hasta que en algún momento llegue la recompensa. Con las cualidades y las características que tiene Facundo está para ser uno de los grandes prospectos”.
Véliz alienta la vieja escuela; al gimnasio abierto para “ponerse bien”; quemar energías y entender algunos secretos del boxeo. Y haber hecho un culto del cuidado físico, lo pone delante del espejo con una mirada de satisfacción. “Me encuentro físicamente bien porque lo mejor que puede dejar cualquier deporte en general es la salud. Lo mejor que hice fue entrenar y cuidarme”.
Su balance boxístico cerró con saldo okey y dos despedidas a un ídolo y un amigo. “No estoy para nada disconforme; creo que di todo de mí” plantea desde la lejanía, las limitaciones en el guanteo y las ventajas que implica ser un eterno visitante. “Hice la última a los 32 con el “Indio” Vega en Río Colorado. Peleé con el “Zurdo” Vásquez que era mi ídolo, pelear con él y además ganarle, me dejó sensaciones mezcladas. Algo parecido me pasó con Walter Matthysse conquien éramos amigos desde amateurs. Tuvimos que cruzarnos, veníamos bien y tanto él como yo, nunca esquivamos a nadie. La gané porque estuvo bien planificada de mi parte. También pude pelear en el exterior y creo no haber perdido pero en ese entonces, no existían las redes sociales”. Es que “Escopeta” dio vuelta la página; reconoce lo aprendido y asume que los nuevos tiempos, lo ponen en un rincón, con otro desafío: el de hacer más por los pibes y el responder a la confianza de los amigos y especialmente, al público que todavía lo reconoce.