Solía ser un buen arquero en su equipo barrial donde llegó a lucirse en la Cuarta y la Primera División pero nada fue tan fuerte como el boxeo. “Yo tenía quince años y en realidad, siempre quise practicar. Un amigo me dijo que había un gimnasio cerca de nuestra casa y desde que pasé esa puerta, entendí que acá estaba lo que quería hacer. Me recibió Diego Sañanco desde entonces, con él hice toda mi carrera. Sigue estando en mi rincón y guiándome por la vida. Yo escucho y pongo en práctica, todo lo que me dice. Valoro mucho que pueda transmitir su experiencia. Y considero un verdadero honor que me haya regalado su pantalón y su bata para que yo las use. Me lo pidieron varias veces pero esas cosas no se regalan. Es más, cuando me retire, pienso hacer un cuadrito y conservarlos”.
Dylan Navarro cuenta las horas para fajarse en el ring. Paso por Jornada Radio y en modo íntimo, contó su vida y sus sueños. De la venta de pan casero a la influencia de su entrenador. De las pocas palabras a hablar con los guantes.

De familia numerosa y mucha pasión. Los Navarro alientan al único boxeador del clan. Tiene diez hermanos; dos sobrinos y una hermana melliza (Camili) con la que dice mantener un vínculo muy fuerte. Aunque hoy el boxeo es su trabajo principal y le dedica tiempo completo, Dylan fue siempre un hombre de trabajo. Puso el lomo como ayudante de albañil y limpió patios; vendió cerezas en un puesto callejero y ahora, junto a su pareja, se esfuerza para ir por más. “Hacemos panes caseros y nos va muy bien. También hacemos para vender pizzetas a pedido”.


Ladrillo a ladrillo construye. Un universo de piñas en el que logre imponerse. Silencioso, eficaz, orgulloso. “Quiero demostrar en el ring todo lo que entreno, mi esfuerzo y cada detalle que vamos sumando en cada pelea. Creo que hasta ahora enfrenté a rivales de diferentes características y en todos los casos, pude resolver. El que más trabajo me dió fue el salteño (Fabián) Astorga porque era muy alto y porque además era mi debut”.

De visita en Tiempo Deportivo (Jornada Radio), el “Distinto” mostró su lado B. Y lo hizo desde su perfil bajo, casi de subsuelo y ya sin el stress de tener que cumplir en la balanza. Se siente ganador y confía en mejorar lo hecho hasta ahora en su corta pero explosiva carrera profesional. “La gente es mi gran motivación. Sé que estamos a fin de mes y valoro que el público se acerque para acompañarnos”.

Diego Sañanco parece firmar al pie. Tiene al gimnasio como aliado y busca la experiencia necesaria para dar el gran salto. “Dylan es un boxeador completo y que tiene muchas variantes. Es zurdo, cuando ataca se hace sentir; sabe boxear aunque también es temperamental y eso lo lleva a arriesgar”, cerró Sañanco, el mentor del rincón y de la vida.