Versa en el refranero popular cubano el conocido “hijo de gato, caza ratón”, refiriéndose a la continuidad que los hijos dan a la obra u oficio de sus padres. El caso que nos ocupa se ajusta al pie de la letra al proverbio, porque Osmiris, o “El Moro” Fernández Jr. —como le conocen muchos— ha sido un fiel seguidor de los pasos de Juan Fernández, o “El Morito”, toda una leyenda del boxeo. “El Morito” se consagró como técnico, entrenador jefe y comisionado en Pinar del Río, vinculado al surgimiento de importantes figuras y a los principales resultados de ese territorio en el deporte de los puños. Fue siempre distinguido con numerosos reconocimientos y gozó de un bien ganado prestigio dentro y fuera de la Isla.
Encabezó delegaciones asistentes a numerosos certámenes internacionales y cumplió etapas de colaboración en Perú y Argentina, país del que regresó ante la afección que terminó por causarle la muerte en septiembre de 2016. Desde muy temprano, Osmiris, el mayor de sus descendientes, sintió igual pasión por el mundo del cuadrilátero y siendo un adolescente estaba insertado en la preparación de los pugilistas vueltabajeros.
“El boxeo siempre lo llevé en la sangre. A los 15 años ya yo era entrenador, pues apenas sin terminar el Fajardo, trabajaba con el equipo de Pinar del Río. El hecho de preparar a grandes de nuestra época como Hipólito Ramos, Juan Hernández Sierra, Pablo Romero y muchos campeones mundiales como Wilfredo Martínez, me dio una gran experiencia”, repasa “El Moro” en diálogo con OnCuba.
En un momento, Osmiris se miraba en el espejo y se decía que con las horas de recorrido que había acumulado, incluso, en la arena internacional, ya estaba listo para seguir adelante y dar el salto a Estados Unidos, la meca del boxeo profesional.
¿Qué tiempo hace ya de esa decisión?
Hace 15 años estoy en Miami. Vine después de mi última misión en México. La decisión de no regresar a Cuba vino por desavenencias y cosas de trabajo contractuales, pero siempre me gustó el boxeo profesional, y quise probarme. Yo estaba seguro que podía estar a otro nivel. Mi padre me inculcó siempre el amor por el deporte de los puños, y desde que llegué aquí a Miami, se mantuvo siempre como mi guía en la labor que fui desarrollando todos estos años. En esta trayectoria de 15 años he tenido ya la oportunidad de tener nueve campeones mundiales.
¿Cómo asimilaste el cambio del mundo amateurs al profesional?
El trabajo profesional es muy diferente al amateur; esto aquí es un negocio que si no lo sabes llevar y no te sabes adentrar en él, te pasa la rueda. Yo conozco de otros técnicos que han pasado y no han podido lograr su sueño. Por eso doy gracias a Dios que me ha permitido ejercer mi profesión desde que llegué a este país, y he podido triunfar.
Háblame de la Academia que ya tienes formada…
La academia nuestra se llama Moro King Boxing, en memoria de mi padre; siempre lo tengo presente. Comparto la experiencia con mi gran amigo William Ramírez, un cubanoamericano que radica aquí en los Estados Unidos. Es una gran persona, de verdad que sí. Yo entreno a los peleadores profesionales y los manejo al mismo tiempo con William, y mi esposa dirige la compañía donde hacemos la promoción a los eventos y demás. Ella es otro eslabón primordial en todo esto. Ellos han sido, sin dudas, elementos claves para yo poder avanzar en este país, que como te decía es bien duro pero recompensa. Tenemos la satisfacción de que ya nos estamos codeando con las primeras compañías.
De todos los campeones mundiales que has formado en estos 15 años, ¿has tenido la oportunidad de formar a boxeadores cubanos?
Sí, aquí he trabajado con 19 cubanos, pero desgraciadamente como dice el refrán, no hay peor cuña que la del mismo palo. Te digo, por razones que me reservo, es muy difícil lidiar con cubanos en estos países. He trabajado con Gamboa, Rigondeaux, Dorticós, Jhonson, Despaigne, pero realmente es difícil. Por eso optamos por desarrollar nuestra labor con púgiles de Europa y asiáticos fundamentalmente, aunque estoy ayudando y apoyando a cinco cubanos que se encuentran en Nicaragua en esos momentos que determinaron estar allí, e incursionarán pronto en el boxeo profesional. Me han pedido ayuda, yo se la he brindado pero hasta ahí, porque como te dije no me gustaría volver a trabajar con cubanos. Estoy muy contento con mi trabajo pues he obtenido casi 200 títulos con mis propios peleadores.
La afición del boxeo añora aquellas potentes pegadas que daban por ejemplo José Gómez y Téofilo Stevenson, por citar algunas de nuestras luminarias. Muchos alegan que eso se ha perdido por los guantes que se usan en la actualidad. ¿Qué crees?
El verdadero pegador lo es lo mismo con un guante que con otro. ¿Qué pasa? Llevar la potencia en el golpeo sí influye en el sistema de almohadillas y acomodar los guantes, porque los que se usaban antes en Cuba eran guantes de pelo de caballo, más sólidos y potentes, y nada más se sudaban un poquito se ponían como una piedra. Eso no tiene nada que ver con los guantes de ahora, que son alemanes, más abiertos, y por eso es que no se golpea muchas veces con la efectividad requerida. Los guantes ahora en Cuba son de 10-11 onzas, muy grandes, que no es el caso de aquí del boxeo profesional; los de aquí son de ocho onzas, pero es una cascarita, si te tocan y no asimilas bien, te vas.
¿En qué medida ha afectado tu trabajo la actual pandemia del coronavirus?
La zona que estoy, Miami Dade, es la zona más complicada de la Florida y no nos han dejado aun abrir los gimnasios, por lo que hemos tenido que tomar la opción de trabajar en los parques, usando máscaras. En mi caso particular, mantengo 15 boxeadores de diferentes países y desde junio tengo a siete de ellos peleando en Las Vegas a puertas cerradas. Eso me da la posibilidad de mejorar la economía. En realidad no me he visto tan afectado porque no he dejado de tener actividad.
¿Podemos conocer al Osmiris Fernández familiar?
Claro que sí, tengo un “morito” chiquitico, que ya cumplió cinco años. Si lo ves, estarías mirando al “Moro” Fernández en miniatura. Es muy exigente pues va al gimnasio con nosotros y pelea con los muchachos para que se entrenen fuerte; es increíble con la edad que tiene. Por lo demás, la paso bien atendiendo a mi esposa, la casa, haciendo arreglos pendientes, en fin, aquí nunca se para. Es mejor estar en el trabajo y no en la casa (sonríe). Pero te digo algo, esta etapa de la pandemia me sirvió para ser todavía más familiar ya que al parar un poco el trabajo he podido disfrutar más del hogar, de la compañía de mi hijo a quien casi nunca podía ver, pues muchas veces al regresar del gimnasio ya estaba durmiendo.
¿Cuba para Osmiris?
Yo soy un fiel seguidor de Cuba y respeto el criterio de todo el mundo, pero que nadie dude que soy cubano y me moriré siendo cubano.
On Cuba News.