Un ring crujiente y al desnudo. Golpes multiplicados en el silencio y un fallo a viva voz. Sin tiempos, dos boxeadores enfrentados por una plaza para pelear otro pasaje hacia el provincial. Tres rounds por algo más que un pasaje.
Con todas las reglas, sin luces. Pocos testigos. El paraguayo Reinaldo Garcete y el chaqueño Marcos Gómez no tuvieron más que su propia ambición, sin aplausos, ni público que les aplaudan los aciertos. Un árbitro, tres jurados, la fiscalización y la cobertura de Salud garantizaron que sonara una campana, imaginaria pero real.
Garcete, representante del team Abásolo, cerró mejor el primer round y ejecutó un plan de presión mucho más intensivo a partir de ahí. De contra cuando pudo; con golpes ascendentes y más variantes pareció desbordar a Gómez quien sufrió además una cuenta de protección. El peleador del Moure sin embargo, sacó a flote su actitud y se plantó con firmeza para ganar el tercero a puro corazón.
Cuando el nerviosismo cortaba el ambiente y se percibía cierta tensión, el falló determinó que Marcos Simón Gómez, del rincón azul, había sido considerado por las tarjetas. Ante una revisión, con el descuento del punto de rigor por protección en una de las tarjetas finalmente en segunda instancia, se determinó un empate.
La necesidad de que la pelea tuviera un ganador hizo que debiera apelarse a un round adicional aunque de mutuo acuerdo, un sorteo determinó a quien buscará representar a Chubut en el Nacional de Mayores en Puerto San Julián. Ahí en la suerte del papel fue Marcos Gómez quien se subirá al micro para eliminarse ahora con el resto de los aspirantes de la provincia.
El vencedor vive en Comodoro Rivadavia hace dos años y es oriundo de Quitilipi, Chaco. Tiene 17 peleas realizadas aunque ninguna en tierras patagónicas y retomó el boxeo luego de tres años de inactividad. “Sentí una sensación de tranquilidad, cuando compito siempre me siento bien. Estoy parado desde hace mucho tiempo y quizás por eso, me costó un poco. En eso estamos trabajando. Yo busco vivir mejor y poder hacerme profesional, tengo 23 años y como todos, tengo el sueño de ser campeón mundial”, dijo el púgil que reside en el barrio Abásolo y trabaja en un taller de chapa y pintura. “Lo importante era volver y ganar”, remarcó. A suerte y verdad, la moneda –el papel, en realidad- cantó un apellido y dejó en el ambiente, la sensación de que tiene que haber un capítulo número dos. Para que ésta vez el público no se lo pierda y los protagonistas puedan encontrar en el aplauso, un premio a su entrega.