«Al no haber peleas no hay ingresos, así que me mantengo a pura changa», sostiene Walter Fabián Castillo, boxeador profesional de 27 años radicado en Rawson. Su último combate fue en febrero. “Hago algunos trabajitos en zona de chacras y además sigo aprendiendo otros oficios como para ir tirando”, agregó. También afirmó que “nunca tuve como obsesión el de ser campeón del mundo porque tomé el boxeo como un trabajo que me permita ganar plata para vivir”. De hablar pausado, muy bajito y sumamente respetuoso. Humilde, más allá del gran reconocimiento popular que se supo ganar en la comunidad capitalina, sin excepciones. Él solito, en un festival armado que habitualmente lo tenía como protagonista estelar, logró llenar cuantas veces quiso y hasta el tope, el gimnasio “Héroes de Malvinas” de Playa Unión.
“Pachu”, como se lo llama, más allá del nombre y apellido, en todo el ámbito pugilístico y en toda la ciudad, charló amenamente con el programa social y deportivo “Nada Personal”, que se emite todos los mediodías en la web de Radio Sudaca 105.3 FM Comunitaria de Trelew, y que tiene su repetición todas las noches a partir de la hora 22. Su última presentación en el campo rentado fue el 18 de enero en Pinamar con una derrota en falló unánime ante bonaerense Franco Maximiliano “El Cazador” Ocampo.
UNA CARRERA
Castillo es de perfil diestro y debutó como profesional en julio de 2015. Fue con un triunfo por KOT 3 ante Roberto Ceballos. Sus éxitos más relevantes se dieron ante Víctor Cabral, Carlos Chaparro -por duplicado-, Rodrigo Maizares, César Inalef, Marcelo Mesa, Diego Aguilera y Adolfo “Fofi” Moreschi, con este último coronándose con el cinturón plata wélter del CMB. El duelo ante Ocampo, entonces, significó el quinto pleito titular de su carrera.
Iniciando la entrevista, el rawsense mencionó que “tenía programada una pelea para el mes de marzo, casi justo una semana después que se inició la cuarentena en nuestro país. Cuando se cayó esa posibilidad, entrené un par de días más, como muchos, creyendo que esta situación quizás no duraba para tanto, pero al ver que seguíamos en lo mismo, en abril no asistí más a los entrenamientos”, contó. “Al quedarme sin peleas, no hay ingresos. Así que no hubo otra que comenzar hacer unos trabajitos: changas en las chacras y algo en la ciudad; alambrados, pintura y ahora estoy aprendiendo el oficio de soldador”, describió.
Tener tanto espacio al aire libre, para el deportista “hoy es algo que gracias a Dios podemos disfrutar y tener una vida bastante distinta a la mayoría de la gente, que no tiene otra opción que quedarse encerrada en sus casas. Tenemos caballos, chivos, chanchos, ovejas, gallinas y además siempre aparecen cosas para ir arreglando. O sea, aburrirte no te aburrís ja ja”, valoró. Lo laboral es intenso aunque no es el ámbito para el cual siempre venía preparándose, pero para Castillo “no deja de ser el poder despuntar otra de mis grandes pasiones, más allá del boxeo. La vida de campo para mí es lo ideal, vestido de gaucho y andar a caballo, meterme cuando se puede en una jineteada. Esto alguna vez lo hablamos: muchas veces tuve que dejar algo como eso porque tenía una pelea cerca. Me costaba, no lo niego, pero no había otra”, recordó.
“Me agarra extrañar cuando veo por Facebook a los chicos entrenando en el gimnasio de Trelew. Pero viajar todos los días es imposible desde lo económico. Me gustaría ir, aunque sea un par de veces, pero es todo un presupuesto”, admitió. En la continuidad de la charla, sostuvo que “no me desespero por tanta inactividad. Ya me acostumbré a que sean unas vacaciones, aunque es cierto que son un poco largas ja. Seguiremos esperando a ver qué pasa con la reapertura de los festivales. Veo que algo van a empezar a hacer y sin público. Así que estaré atento a cualquier llamado que surja”, anheló.
No negó que “estoy un poco excedido de peso porque entenderán que la vida de campo en materia de comidas es muy abundante y demasiado tentadora. Sobran las tortas fritas, las empanadas, el pan casero y encima siempre algo se carnea ja ja. Además, disfruto de la vida de papá, ya que mi señora Mika consiguió trabajo, y a veces con Maximiliano Leonel nos quedamos solos en el hogar”, manifestó. “Obvio que, cuando arranqué en el boxeo, me propuse llegar a ser campeón del mundo, pero, igual, nunca lo manejé como una obsesión. No me desvive un título del mundo. Aspiré, siempre, a entrenar rigurosamente y a pelear porque me gusta esto. Busqué vivir del boxeo desde lo económico, que esto sea mi trabajo, pero sin volverme loco”, se encargó de aclarar.
Walter Fabián Castillo sigue siendo campeón Latino de Plata Welter versión CMB y mientras espera por el retorno de la actividad, finalizó comentando que “tengo 27 años y supongo que aún me quedan unos cuatro o cinco años más en el alto nivel. Llegado el momento, yo mismo quiero colgar los guantes y no que el boxeo me vaya dejando a mí. No me gustaría pasar lo que han pasado otros boxeadores”, enfatizó para culminar la charla.
El Patagónico.