El púgil trelewense, recientemente radicado en Córdoba para seguir con su carrera boxística, contó detalles de su historia de vida en Tiempo Deportivo. «Me encontré un día en las últimas, con el agua al cuello y me puse a rezar, fue un antes y un después en mi vida porque a partir de eso, todo cambió. Estoy en Córdoba hace tres meses, después de perder en mi segunda pelea, estuvimos replanteando las cosas con mi mánager, tenía que salir de Trelew, de la comodidad, me gusta estar con la familia y amigos, pero tenía que replantearme las cosas, vine por mi mente, por un montón de cosas, hasta ahora fue lo mejor que pude haber hecho, estamos preparándonos bien para lo que se venga”.
La enseñanza de su caída
Ezequiel, sobre la enseñanza que le dejó su primera derrota en el campo rentado en noviembre de 2020, explicó: “El problema que esté pasando en ese momento hay que dejarlo de lado arriba del ring, me tengo que enfocar 100% en la pelea, olvidarme de los problemas y técnicamente salir tranquilo, no enloquecerme, si veo que está medio sentido no ir a lo loco porque me puede jugar en contra, ser paciente. Mi entrenador me mantiene tranquilo, cada vez que iba a la esquina me serenaba”. El hijo de Walter y sobrino de Lcuas y Soledad, contó que ahora su representante “es Sampson Lewkowicz, él vive en Las Vegas, maneja todo de allá, tiene a su representante que es mi promotor, Carlos Tello, que vive acá en Córdoba. Mi entrenador ahora es César Coronel, con Mario Narváez (ex entrenador) está todo más que bien, pero yo quiero vivir de esto, me tuve que replantear para mi futuro y por eso este cambio de aire”.
Creyente
Siempre muy creyente a través de las redes sociales y en entrevistas, a corazón abierto expresó cómo se dio su llegada a Dios: “Tuve una experiencia con Dios cuando tenía 17 años, fue algo que me marcó la vida, un antes y un después, es algo muy lindo. Yo era un chico medio rebelde, andaba solo en Buenos Aires, pasaron muchas situaciones, estaba con el agua al cuello, decidí buscar a Dios y las cosas se fueron dando solas. Creo que él me fue poniendo las personas correctas en el camino, capaz alguno piensa que estoy loco, pero cuando yo digo que lo conocí hay gente que me entiende”. Y continuó: “Yo estaba en un mal momento de mi vida, no sabía qué hacer, me imaginaba lo peor para mi vida, un día me arrodillé, no aguanté más y le empecé a pedir a Dios, llorando, de corazón, que me ayude, que yo iba a cambiar, y a los días ya me empezaron a pasar cosas raras y lindas en mi vida, te empieza a mover en serio, sé que hay alguien ayudándome, no es casualidad. Un entrenador que tenía en el gimnasio, tiene un hijo muy creyente que un día me habló de Dios y me enseñó un montón de cosas, era como que Dios me estaba hablando detrás de él y me daba las respuestas que yo necesitaba”.
“Algo en mi interior no estaba bien, no podía conmigo mismo, y un poco el afuera también. Yo sabía que estaba haciendo mal las cosas, necesitaba a Dios sino no sabía cómo iba a terminar. Por eso siempre después de una pelea o en cada entrevista me van a escuchar darle gracias a Dios, siempre estoy agradecido. Siento que voy por el camino correcto ahora, conozco a boxeadores que son disciplinados con el gimnasio, y buenos peleadores, pero en la vida son más descarrilados y por ahí me iba a pasar lo mismo, pero gracias a Dios estoy bien ahora”, manifestó Ezequiel Matthysse.
Diario Jornada.