Para poder boxear a veces hay que venir al sur. Y Marcelo Rodríguez, de Necochea pero radicado alguna vez en Tierra del Fuego, encontró en esa experiencia patagónica; una escala necesaria para tomar impulso. Hace pocas semanas, pudo estrenar la licencia profesional que había tramitado con antelación pero que no había podido siquiera utilizar formalmente por la pandemia perdiendo injustamente por puntos frente a Nazareno Silguero. “Viví en Río Grande desde marzo del 2012 hasta junio del 2015, fueron tres años y pico. Empecé entrenando con Pedro Gómez en el gimnasio “Fin del Mundo” y pelee muchas veces”, cuenta el ahora púgil rentado.
Y de aquella etapa de rigor climático y distancias para casi todo, Rodríguez recuerda su participación en el Patagónico 2014 realizado en Puerto San Julián, donde se coronó en la categoría hasta 81 kilogramos. “La final la gané por nocaut en el primero a Roberto Tenorio que era de San Julián. Antes pelee la semi con Marín (GP) y la primera había sido con Nahuel Castro de Río Gallegos”, recuerda. Y tras cartón recrea otro viaje con los colores de Tierra del Fuego en éste caso al Selectivo de Mayores celebrado en San Luis en julio del 201 donde compartió delegación con los fueguinos Daniel Sosa y Aldo Lera. “Me tocó pelear con José Oliver que era campeón argentino de la categoría”.
Sobre la mudanza a la Patagonia extrema, casi al borde mismo del mapa donde la temperatura pone a prueba cualquier carácter indicó: “Un amigo vivía en el sur y me hizo el contacto. Soy guardavidas de Cruz Roja, fui a la Pileta “Eva Perón”; tiré mi curriculum y entré. El tiempo que estuve allá lo disfruté porque estuvo muy bueno. Mi mujer es esteticista y daba clases de gimnasia. Río Grande me ayudó a crecer un montón y no me voy a olvidar nunca”. Recordó su experiencia gastronómica con el negocio de comida saludable que abrió en la isla. “Trabajamos mucho, con viandas para deportistas y nos estaba yendo muy bien. Nos costó acostumbrarnos porque cuando llegamos fue duro; estuvo complicado por el frío ya que con mi mujer no llevamos ni ropa, ni borcegos; ni siquiera campera. Después nos adaptamos y nos fue bien, pudimos comprar un auto, un Honda Fit, después de algunos meses y no paramos más. El frío es tremendo, cortante”, recuerda Rodríguez quien entrenaba a las órdenes de Pedro Gómez.
No obstante el balance positivo personal; las raíces “tiraron” a la hora de la vuelta, sin planificar. “Tuve un pinzamiento lumbar, me fui a Necochea para revisarme y terminamos quedándonos”. Marcelo Rodríguez combate desde los 19 años y a los 37, decidió convertirse en un profesional. “Hace tres años que tenía la licencia pero recién ahora tuve la posibilidad. Nunca dejé de entrenar y siempre me cuido con las comidas”.
Reconoce a la derrota sufrida en su debut como una “experiencia”, conciente de haber ganado según la óptica del público y los periodistas especializados que comentaron la pelea. “Me la dieron perdida porque el pibe era de ahí. Para TyC la gané yo y llevaba ventaja. El deporte es así, no pasa nada. Mi objetivo es dar hasta que me dé el cuerpo, soy grande pero me siento bien y mi sueño es ser campeón argentino”. En Córdoba quizás sería la próxima o en Necochea donde podría ser local absoluto y hasta fondista. Nunca tarde, siempre a tiempo. Río Grande tiene quien lo represente desde el afecto.
IT/Piñas del Sur