El Tifón no olvida sus raíces. Por el contrario, afloran a cada instante. Apenas cinco minutos bastaron para corroborarlo, en un puñado de pasos dados en su esquina del barrio Spurr. “¡Vamooooooo… Geraaaa!”, gritó un vecino al transitar por las afueras de su humilde gimnasio, donde buen número de chicos (y no tan chicos) despuntan el vicio, aspirando, ¿porqué no?, a emular sus pasos.
Gerardo Vergara (27) mantiene los pies sobre la tierra. Ser el primer pugilista bahiense en proclamarse campeón argentino de boxeo desde el legendario Carlos María Giménez en 1971 no le hace perder la brújula. “Soy uno más de ellos (por los chicos que entrenan en su salón). Vengo de muy abajo y peleándola desde el barro. Me reflejo todo el tiempo en ellos, vengo del mismo lugar. Bah, sigo en el mismo lugar. Por eso decidí encaminar este lugar chiquito, armar un gimnasio y darles la posibilidad que practiquen el deporte y dejen los malos hábitos”, cuenta el hincha aurinegro, campeón de los medianos.
“Muchos me preguntan -agregó- si me conviene quedarme en el barrio. Y más bien, si yo soy de acá. Ojalá pueda ser inspiración para muchos de estos chicos; sobre todo los que están en la calle”. Cuántas veces se habrá escuchado esa bondad tan común en el deporte de los guantes. El cuadrilátero como escapatoria a los obstáculos de la vida, a esos verdaderos golpes de los que uno no muchas veces se puede levantar…
“El boxeo es muy noble, te enseña mucho. Estuve en gimnasios donde antes de aprender el deporte me enseñaron a ser persona. Te alinea en la vida personal y te da herramientas para salir del gimnasio y encarar la vida. Es un deporte duro y muy sacrificado, que requiere mucha disciplina. Hay que relegar mucho para hacer las cosas bien”, asegura el campeón, dueño de un fabuloso récord invicto de 14 triunfos y 9 nocauts como profesional.
—¿Cómo llegaste a un gimnasio de box?
—Al gimnasio llegué porque fue una forma de salir un poco de las malas juntas y dejar atrás cosas que no me hacían bien. Probé, empecé a entrenar y salí de la calle. Digamos que al principio la idea era entretenerme, nunca se me hubiera cruzado por la mente todo esto. “Arranqué en Comercial, por un amigo que boxeaba amateur. De movida iba a entrenar y les guanteaba a los chicos que competían. Nosotros acá siempre decimos que a los que somos de barrio nos gustan las piñas. Prácticamente así nos hicimos desde pibes”, remarca.
—¿Y cómo fue tomando forma?
—A los tres meses Comercial hizo una velada y el profe me preguntó si quería boxear. “Es lo mismo que hacés acá en entrenamiento”, me dijo. Hice la licencia y gané por KO en el segundo round. Ahí me entusiasmé y a la semana salió otra pelea para el club Universitario. “De una”, les dije. Estaba poco entrenado, pero me sentía re envalado. Gané por KO en el primero, y ahí dije “ésto me parece que es lo mío”. Así que ahí busqué un gimnasio un poco más especializado en el tema. “Ahí llegué a Único Box, donde hice la mitad de mi carrera amateur, y donde volví hace cuatro meses. Al tiempo surgió la chance del profesionalismo, con 23 años y después de 47 peleas amateur, y acá estoy. Me dijeron que si me ponía las pilas y hacía las cosas bien, aceptando todo lo necesario, lo podía lograr. Ahí aprendí lo que significa ser disciplinado”, reconoció.
Las puertas se abren lentamente y los caminos se bifurcan. La obtención del logro mayor a nivel nacional implicará inexorablemente un buen abanico de oportunidades para continuar en ascenso. Y he allí la importancia de estar bien rodeado, en un mundo donde no todo se rige por cualidades y aptitudes deportivas precisamente.
“Tenemos mucha expectativa que sí, que abra nuevas posibilidades. Creería que es la recta final en Argentina. La idea es apuntarle a algún combate más en el país y después intentar a nivel sudamericano, pero eso lo manejan los promotores. Actualmente soy el N°1 de los medianos. No hay confirmación de fecha, pero en 60 días debería volver a competir”, cuenta Vergara, quien representa a Sampson Boxing y Tello Box.
—¿Basta con tener talento?
—Y, como en todos los deportes, además de ser bueno tenés que saber manejarte con las otras cosas. Hay que tener los ojos bien abiertos a la hora de negociar y hacer algún contrato. Tener una buena promotora suma un montón, pero no solo por lo económico sino también por lo personal. Está bueno que te cuiden. Si saltás al profesionalismo sin ese apoyo vas a jugártela con mucho riesgo.
—¿Qué tan grande fue la repercusión de lo hecho?
—Grandísima. La verdad no lo esperaba. Gente de todos lados me hizo llegar su saludo y felicitación. Creo que el hecho de haber peleado la misma noche con Nery (Muñoz, el otro bahiense en ascenso) hizo que se pare la ciudad. Tuvimos mucha respuesta, sobre todo en las redes sociales, que explotaron. Un placer representar así a la ciudad.
Tomás Arribas/ tarribas@lanueva.com/La Nueva Provincia.