Un triángulo perfecto en el ring en el cual mirar a los dos protagonistas. Una tercera pata a veces determinante para “cuidar”; advertir y hacer cumplir el reglamento. El árbitro termina siendo un protagonista más, una pieza necesaria con un rol nada fácil de cumplir. Celso del Carmen Brito Marambio tiene 62 años, es jubilado vial y polideportista (hizo natación; hockey y es DT nacional de fútbol) pero por sobre todo, un hombre del boxeo en su más amplio sentido. Arbitra combates desde hace treinta y nueve años, desde el momento en que decidió retirarse como boxeador. “Hice 36 peleas como amateur, no era pegador más bien boxeaba. Raúl Ducid y Angel González fueron mis entrenadores. Peleé hasta los 22 porque prioricé el trabajo y quería casarme”. Recuerda que su debut como referee fue en el club Germinal y que tras realizar el curso oficial de la FAB, recorrió la provincia casi tanto como en sus tiempos de mecánico en Vialidad Nacional. “Al boxeo lo mamé de chico cuando me metí al gimnasio para aprender a defenderme”, recuerda.
Sobre las claves de su trabajo en el ring, Brito reconoce: “Hay que saber cuándo hay que parar. Siempre tiene que ser un segundo antes, a lo mejor los boxeadores y los técnicos no lo entienden y creen que tienen siempre otra chance. Lo mejor es que los padres y las familias de los boxeadores después te lo agradecen”. Admite las dificultades que plantea una pelea entre dos zurdos y la necesidad del “triángulo” para observar quién ataca y la virtud del que defiende.
“Tenemos la intención de dar un curso de jurado y árbitro de boxeo; también la FAB permite hacerlo por internet; hay mucho más acceso a la información porque antes había que viajar. Hoy todo está más socializado”. Vecino del barrio Área 12 es padre y abuelo orgulloso. “Mi hijo Diego es asistente social; Andrea Belén es fotógrafa y cineasta; Julián es músico y profesor de guitarra y Valentín es más chico, ya terminó la secundaria”. La camisa y el moño, siempre listos…