A miles de kilómetros y a la distancia, se le nota el entusiasmo a Gustavo Chazarreta. El boxeador de Caleta Olivia, convertido en un “laburante” del boxeo ya tiene fecha para su regreso: 19 de noviembre en Montevideo frente al invicto Joel Cano (3-0, con 1). Y desde San Fernando del Valle de Catamarca promete mostrar su mejor versión, la mejor de todas. “En Chile viví tres años pero no pude pelear y por eso me vine decidido, crucé a Neuquén y llegué acá donde me dieron un departamento, comida y entrenamiento de calidad. Estoy con el pesado Barrionuevo; Baltazar Noria, un profesional invicto y Jhonny Herrera”.
Acostumbrado a las bravas, “Chaza” siente haber pasado todos los filtros. “En Chile no sabía dónde estaba parado pero acá hago guantes con todos y tengo experiencia, me siento fuerte y profesional. Nunca dejé de aprender, estar lejos de tu casa te ayuda a eso”, dijo el peleador de 26 años y récord de 3-0-2, inactivo desde el 2019.
“Quizás la mayoría piensa que perdí tiempo pero me voy a encargar de demostrar que no estuve de paseo; sacrifiqué todo y ahora me toca a mí”, propone un Chazarreta que suena maduro y potenciado. “Cuando me vean pelear se va a sorprender más de uno. Realmente estoy con todo”, avisa.
Lamenta que las puertas se hayan cerrado en su ciudad y que el reconocimiento llegue en otros lugares. «A muchas empresas le pedí ayuda pero nadie me dio bola. Ni las empresas ni el municipio. Solamente le agradezco a los que siempre estuvieron: Automotores de Mauricio Moreno, a Heraldo Nanni y a Leopoldo Valdivia de Hotel LV. Ellos sacaron de su bolsillo y más de una vez me dieron de comer. Solamente ellos y mi familia estuvieron siempre”.
La vida en Catamarca es propia de un profesional dedicado a su función específica: entrenar para pelear. “Acá cerca en La Rioja está Sansón Rosa, el campeón argentino welter y podría haber una posibilidad de pelea. Cuando no me dé más el cuero para pelear me voy a dedicar a entrenar chicos, a formarlos para hacerlos pelear. Eso es lo mío”.
Nunca le escapó al trabajo. Ni al sacrificio que implica, transpirar en el gimnasio. Pero debió trabajar como ayudante de pintor, en construcción, en cámaras de frío en un supermercado; haciendo pozos para piletas; como delivery de comida en bicicleta y vendedor de pizzas para poder ganarse el sustento a falta de peleas. “Acá hay apoyo del municipio y el Gobierno, la ayuda es terrible” compara. Agradeció su suerte y las soluciones encontradas “a la vuelta de la esquina” con un plus de fortuna. “Me doy cuenta de mis cambios. Todo va a valer la pena. Cuando me vean pelear se van a dar cuenta de todo lo que digo. Prometo que de la nada, me voy a hacer conocer”, afirma un “Chaza” que va por todo.