Lorena Elizabeth Curruhuinca Rechenes sigue ostentando el cartel de ser la única boxeadora profesional de José de San Martín, una plaza activa en donde los hombres suelen ser protagonistas. Tras una prolongada inactividad por razones familiares, prepara ahora la vuelta al ring. Alejada de su ciudad y de sus afectos, eligió la ciudad de Trelew y el gimnasio “Guerreros del INTA” de Diego Sañanco para reencontrarse con su parte boxeadora.
“Estoy tratando de adaptarme al gimnasio, a los entrenamientos que son nuevos para mí para pulirnos al máximo en la preparación física. También estoy tratando de corregir errores, recuperar distancia y poder guantear algo que en San Martín no puedo hacer”.
Lorena, quien registra una pelea como profesional reaparecería en Buenos Aires en fecha a confirmar de noviembre ante la bonaerense Mercedes Reyna, ex rival de la cordillerana Brenda “La Chiquita” González. “Estuve inactiva porque tengo dos niños a los que tengo que cuidar y por ahí, es el doble esfuerzo el que hay que hacer para estar en actividad. El profesionalismo no es lo mismo que pelear en amateur. Por eso dejé un tiempo pero el boxeo es algo que nunca se deja y es algo que tarde o temprano, te vuelve a llamar”.
Su única pelea terminó siendo una derrota rápida pero también un aprendizaje. Fue el 13 de octubre del 2018 ante María Sol Baumstarh, la peleadora de Brandsen quien es hoy una de las figuras más sólidas en el boxeo femenino del país.
Registra una derrota en donde pagó la inexperiencia y una rival que hoy es primera figura. Curruhuinca y Sol Baumstarh debutaron como profesionales en el Salón Comunitario de José de San Martín pero sus carreras han sido dispares: la bonaerense, pupila de “Látigo” Coggi es campeona sudamericana y Latino CMB del peso minimosca y una de las pegadoras más letales del momento. Lorena en cambio, apostó a ser madre y al trabajo en su localidad.
“En un pueblo –dijo Curruhuinca- se hace más difícil entrenar. No tenemos al alcance la posibilidad de guantear; se complica y también se requiere de un entrenador con licencia para que nos lleve a combatir”. En los largos meses en que se abocó exclusivamente a la crianza de sus hijos, Lorena nunca perdió de vista la posibilidad de reaparecer. “Siempre pensé en volver a esto. Siempre me llegaban propuestas y me llaman para pelear. Por ese mismo motivo estoy acá. Me piden que haga el esfuerzo y que queme mis últimas etapas”.
Sobre su realidad en José de San Martín lamenta no poder contar con un trabajo fijo que le permita reacomodarse. “Esa es la parte más difícil, tenemos que rebuscarnos todos los días para poder solventar nuestros gastos. Hago cosas para vender y elaboro comida, la palabra es “changa”. Hay que hacer todas las cosas que estén al alcance para poder sobrevivir. Siempre me llaman para limpiar patios o limpiar casas. Así es como sobrevivimos”.
“El boxeo –remarcó- es el amor de mi vida que quizás nunca voy a dejar. Pude haber estado alejada y todo pero siempre me llamó. Yo lo defino como algo adictivo, me da felicidad, me “levanta” y solamente la gente que estamos en el ambiente, podemos entender. El boxeo es un amor que uno nunca puede dejar”, finalizó.