Para Lucas Matthysse la postal perfecta incluye naturaleza, una cabaña en la Cordillera, una reunión familiar y la moto siempre lista para partir sin destino establecido. A los 41, el ex doble campeón del mundo siente que llegó el momento del disfrute y que eso, representa el tiempo que alguna vez el boxeo le quitó. “Mi vida pasa tranquila, hago mi vida normal como cualquiera. Siempre ando boludeando por algún lugar, me gusta ir a pescar y me fui en moto hasta Ushuaia a ver a La Renga”.
El campeón transita por una etapa que debía llegar. Su hija Priscila ya tiene dieciocho años y no solamente está abocada a estudiar sino que se independizó. “Estoy viviendo solo porque mi hija ya está grande y estudia. La responsabilidad la voy a tener toda la vida pero ella ya está haciendo la suya, me pone recontento que estudie. Me da la libertad de estar tranquilo y disfrutar un poco más”.
Finalmente la carrera elegida fue gastronomía y en la zona aunque siempre sobrevoló la idea de estudiar en Buenos Aires. “Primero quiso ser policía y yo la acompañé aunque no sé de dónde le salió esa idea. Eso no la convenció y le dije “si te gusta la gastronomía porque no estudias”. Ya hizo su primer año de los tres que tiene la carrera. Los chicos crecen y por suerte está soltera, je. Soy celoso pero es su vida y son cosas que pasan”, bromea.
«Toda mi vida hice boxeo y si bien sabía que algún día se iba a terminar y que con Pacquiao iba a ser mi última pelea, pensé que lo iba a tomar normal por como soy yo pero no». Y sobre su choque ante el Pacman filipino agregó: «En otro momento le podría haber ganado o haberle hecho una mejor pelea”.
Aunque los recuerdos afloran y en su casa, los cinturones son más que un adorno, su vida misma reconoce haber tomado distancia del boxeo. “En el boxeo no quiero hacer nada. Había armado un proyecto pero después lo pensé bien. Estuve toda mi vida encerrado en el gimnasio, prácticamente mi vida pasó por ahí. Y si pongo un gimnasio hay que estar mañana y tarde. Lo pensé y elegí disfrutar un poco más. Me gustaría irme a vivir a la Cordillera. Es algo que siempre me gustó, pude conseguir un terreno hace dos o tres años y me quiero ir para allá, a radicarme en El Hoyo. Siempre que puedo voy porque me gustan esos lugares”.
LABURO Y BOXEO
Lejos de proyectos y propuestas, Lucas asume que hay pocas cosas que lo seducen. Su trabajo fue siempre el de calzarse los guantes y boxear. “Le puse el lomo a cada situación, de lunes a sábado se entrenaba doble turno y lo consideré como un trabajo. Siempre cumplí con los horarios y traté de rendir siempre lo mejor. Ese fue mi trabajo de toda la vida. Qué otra cosa podría hacer?. Siempre te proponen cosas. Gracias pero no”.
“No tengo televisión en mi casa, no miro boxeo. Cuando me entero que hay una pelea buena me voy a la casa de mi hermana o de mi mamá. Tengo internet, escucho música o miro Discovery, alguna boludez y muy poco de Netflix pero no soy mucho de mirar salvo algún documental de alguno deportista”.
Los videos de sus combates quedaron en el recuerdo pero fueron una suerte de “necesidad” después de su retiro. “Vi peleas mías por ahí en la pandemia. Alguna vez lo hice. Yo recién me había retirado”. Y reconoce que decir adiós no resultó una cuestión sencilla. “Lo llevé mal al retiro como todos. Toda mi vida hice boxeo y si bien sabía que algún día se iba a terminar y que con Pacquiao iba a ser mi última pelea, pensé que lo iba a tomar normal por como soy yo pero no. Lo reextrañé”.
“Por ahí –dijo Matthysse- me había puesto a entrenar, en dos semanas ya me sentía un poco bien y como que quería volver pero se me iban las ganas enseguida. El boxeo se extraña siempre y toda la vida queremos pelear, a mí me pasó. A lo primero fue duro porque además me retiré perdiendo”.
El campeón de Trelew asume el inexorable paso del tiempo más allá de las ganas eternas de reaparecer. “Podría haber seguido pero en el fondo sentí que ya había hecho demasiado”.
Lucas Matthysse disputó 45 peleas con 39 triunfos (36 por la vía rápida), 5 derrotas y 1 empate. Concretó 10 nocauts en el primer round, enfrentó a diez campeones mundiales y peleó 15 veces en EEUU. Fue campeón mundial AMB y OMB superligero y AMB Welter. Enfrentó entre otros a Vivian Harris, Zab Judah, Danny García; Humberto Soto, Ruslan Provodnikov y John Molina Jr entre otros. Se retiró en 2018 a los 37 años luego de perder por nocaut técnico en el séptimo con Manny Pacquiao, en Kuala Lumpur, Malasia.
El adiós con Pacquiao en Filipinas estuvo lejos de ser la despedida soñada. “Lamento no haber hecho una buena pelea. Más escuchando comentarios de la gente me redolía. La verdad, no hice nada. Nadie es sabio, yo nunca boqueo y nunca hablo. Por ahí querés explicar cómo te sentías y te dicen que estás poniendo excusas. Fue una pelea mala y hasta el día de hoy, duele. Si uno no está bien de la cabeza, no te puede ir bien. Y yo no estaba concentrado. Cuando viajé sí estaba enchufado pero después se me fue el interés de pelear y de ganar. En otro momento le podría haber ganado o haberle hecho una mejor pelea”.
ORGULLO FAMILIAR
“Trato de disfrutar a mi familia cada vez que nos vemos. Estoy orgulloso de ellos, ahora viéndolo de afuera porque sé lo que cuesta la vida del boxeador en el día a día. Admiro lo que hizo mi hermano Walter, llegar donde llego y con quien peleó y con Soledad me pasa lo mismo, sigue entrenando y quiere seguir. Ya me retiré y estoy grande, veo que es un deporte jodido y hay que levantarse temprano para entrenar”.
Lucas define al trelewense Maximiliano Robledo como un boxeador con futuro. “Me gusta mucho y lo he visto pelear. Diego Sañanco tiene un par de boxeadores muy buenos, el “Distinto” Dylan Navarro será un tremendo peleador y también está Junior (Narváes). Voy de vez en cuando al boxeo y hay pibes pero el camino es largo o es corto. Es complicado hacer boxeo y traer pibes para que peleen acá, sale muy caro pagar viáticos, pasajes más la pelea. Ahí tiene que estar la Provincia para apoyar. El boxeo siempre fue así, nunca sobra apoyo. Yo cuando era amateur no cobraba mucho pero es el camino que hay que transitar para acumular experiencia”.
BARBA Y PANZA EN PROCESO
“Barba tengo y la panza está queriendo saltar. Me gustaría cumplir lo que soñé, vivir en la Cordillera y tener esa vida que me gusta. En una cabaña inclusive teniendo animales”. El refugio del guerrero está ahí, en la quietud de la naturaleza y girando en su moto con el viento en la cara y disfrutando los silencios. ”La gente siempre es respetuosa. En el viaje a Ushuaia me pasaron cosas lindas. Haberme cruzado gente en la ruta, hablando de alguna pelea y viéndome feliz de poder disfrutar. En Trelew también, me saludan y está bueno que pase porque uno representó a la provincia y al país”.
“Yo hago la mía –resumió- si me conocés, me conocés y sino está todo bien. En Ushuaia estaba acampando con la moto me sacaron fotos y me invitaron a un encuentro de motos. Barbudo y todo, me conocieron”. Y agradeció el afecto recibido en su experiencia sobre ruedas en el fin del mundo. “Una familia estaba esperando que entrara a la ciudad y me siguieron, me saludaron y terminaron ofreciéndome su casa. El día del recital de La Renga, dejé la moto ahí, me quedé a dormir e inclusive compartí dos días con ellos”.
I. Tebes/Piñas del Sur.