La sencillez de siempre. El pibe de barrio que logró mucho más de lo imaginado pero que igual nada lo cambió y que no cambia por nada del mundo a sus afectos y el enorme cariño que día a día le brinda la gente en la calle. Locuaz, espontáneo, divertido y por momentos pícaro, pero también dolido con los políticos de su provincia y de la ciudad. No se reprocha absolutamente nada. En lo absoluto. Recuerda al respecto que “me fui de Trelew en el momento justo, porque andaba en la joda mal y hasta me dieron una puñalada”.
Nacido y criado en el seno de una familia integrada netamente por pugilistas, vive un presente que pasa más por la pesca, hasta vestirse de mochilero para disfrutar a pleno de la naturaleza –“vivir en la zona cordillerana sería el ideal” acota-y en tiempos de pandemia, mimarse con su hija que lo desvive.
Retirado pero con las ganas y el físico de siempre: “Las ganas siempre están, pero volver ya no, nunca más. Extraño todo del boxeo, pero este retiro es definitivo. Fueron más de 25 de mi vida dedicadas a entrenar y pelear, por eso cuando paso por un gimnasio o estoy ayudando a mi hermana Soledad, a mi cuñado Mario Narváez o a mi sobrino (Ezequiel), me muevo, hago sombra, tiro unos golpes, pero nada más. Ojo, me siento muy bien físicamente, lo que a veces me hace pensar un poco, pero enseguida caigo y digo basta, ya está”.
Aquellos sueños de pibe, hasta superarlos y sin reproches: “Logré más de lo imaginado. Por eso cuándo me pica el bicho, me digo para qué volvería, por qué, si alcancé todo lo que me propuse. Y más aún. Combatí con los mejores y encima siempre de visitante. No quedó nada pendiente y sin nada para reprocharme. No volvería a cambiar nada de lo que hice. No fue fácil irme de acá. Era muy pibe cuando lo decidí. Jodía de lunes a lunes, chupaba mucho, me habían dado una puñalada, estaba muy metido con una chica; justo hace poco me acordaba de todo y me preguntaba qué hubiese pasado si no me iba?”.
Lo amateur, lo profesional, las decisiones por su salud, su economía y las críticas que lo molestaron: “Todas las peleas me marcaron y me dejaron algo. Y hablo de toda mi carrera. En serio. No puedo elegir una. Pocos se acuerdan que siendo amateur pelee con Marcos “Chino” Maidana, por ejemplo. El ganar siempre fue lo más importante. Lógico que por la trascendencia el rival ilustre fue Manny Pacquiao. Esa vez no me salió nada. Tengo la conciencia tranquila pero sin dudas que a veces me replanteo algunas decisiones. En un momento hasta tuve que privilegiar mi salud. Podía haber perdido un ojo. Cuando después veía las peleas, tranquilo y sentado en casa, me sentía orgulloso de lo que hice. Luego leía o escuchaba estupideces y me calentaba. Me criticaron hasta siendo campeón del mundo. Nunca me traicioné. Una vez me ofrecieron cambiar de promotor. Era una oferta muy tentadora, pero también romper los mis códigos y por eso seguí con Golden Boy. Convicción personal y muestra de agradecimiento».
Todo el tiempo para pensar y también para aburrirse: “A veces me alejo del celular y eso me dura hasta tres días. Cuando me conecto me aparece de todo. Luego creen que me pasó algo o que estoy enojado. Nada que ver. Busco estar solo y aislado para pensar en mis cosas. Estoy tranquilo y disfruto de mi hija. Jamás dejé de levantarme a las 6 de la mañana y muy de vez en cuando me duermo muy tarde. Rara vez salgo de mi casa. Miro tele, películas y obvio que por ahí me aburro de tanto mate solo je je”.
Peleando por todo el mundo, aunque conociendo muy poco de todo y su lugar en el mundo: “Viajé mucho pero conocí muy poco. Me la pasaba en los hoteles y en los gimnasios. Me gustaron quizás Las Vegas, California o Malasia. Pero para vivir nada como la Cordillera. En el verano me fui de mochilero y a pescar con unos amigos. Me encanta pescar aunque no soy tan bueno. Lo que saco se lo doy a mi vieja. Por algo elegí boxear. Jugué al fútbol, hice karate y practiqué básquet. Era de madera en todo. Pero siempre le puse ganas”.
Lo que viene, las inversiones, un pasar tranquilo, el enojo con los políticos y las lágrimas: “Me he dado cuenta que no es fácil ser entrenador. Encima me cuesta ponerme serio con los chicos. Soy muy responsable, pero boludeo mucho, soy medio chiquilín y de eso se aprovechan. Amo este deporte, le dedique mi vida, pero si quiero estar a cargo de algo, sé que voy a tener que estar otra vez bien metido y ya no tengo esas ganas».
«Intenté tener un espacio propio lo intenté pero fueron todas malas. Los políticos no me dieron pelota. En vez de ayudar, porque esto es para los chicos y no para mí, me la complicaron. Son todos avarientos. Me cansaron», conectó directo al hígado.
«Trelew en los últimos años tuvo 4 campeones del mundo e igual no les dieron bola. Eso sí, en el momento y para la foto, estuvieron todos. Eso duele. Quería hacer algo muy lindo pero no me ayudaron en nada. Algunos me prometieron cosas y aún espero el llamado. Así está la provincia», reprochó. «No sé si estoy salvado. Vivo de lo que me gané, hice algunas inversiones y con eso voy a seguir. No tomo aunque seguro que me he mandado las mías; presté plata a algunos conocidos y me han fallado. Igual, el gran reconocimiento es el de la gente. La gente es increíble y no deja de emocionarme (N de la R: hace un silencio, se quiebra y hasta suelta unas lágrimas)”. Ya está. Para qué seguir. Retumba el campanazo final. Primero fueron los oyentes, y ahora los lectores. El veredicto les corresponde.
Gentileza: Héctor Fabián Araneda («Nada Personal», Radio Sudaca). Fotos: Instagram.