El boxeador argentino récord en defensas mundialistas se consideró retirado de la actividad rentada hace más de cuatro años con un recuerdo poco grato de su última pelea en Rosario en 2019, contra Pablo Gómez, por la que responsabilizó a su histórico promotor, Osvaldo Rivero, de haberlo hecho perder para privarle la posibilidad de una contienda en el exterior. Aseveró que manejará la carrera de su hijo Junior, que tiene la chance de ir a los Juegos Olímpicos de Paris 2024, hasta que sea profesional y decida vincularse por sí solo con un promotor: “no quiero que viva lo mismo que yo”, sentenció.
“Yo lo llamo transición, pero no solamente pasa en Chubut, sino en toda la Argentina. En un momento éramos varios los campeones mundiales; Matthysse, Maravilla Martínez, el Chino Maidana, Cotón Rebecco, Velasco, yo, la Tigresa Acuña, Claudia López, como que se habían mal acostumbrado”, analizó Omar Andrés Narváez sobre la huerfandad de figuras del boxeo local, en el inicio de la charla con Tiempo Deportivo.
“Los nuevos valores vienen en crecimiento, en cualquier momento se destapan los pibes y saltan a una chance mundialista. Trabajar se trabaja en todo el país, de la mejor manera, los profes hacen lo que pueden, por ahí faltan esos apoyos en la parte económica para organizar eventos y olvídate, sin que los pibes peleen no hay motivación, no crecen, se cansan de entrenar tres, cuatro meses seguidos en el gimnasio, le prometen peleas y no les salen, no es fácil, yo también la pasé. Y la perseverancia es algo que muy pocos deportistas la tienen de manera natural, la mayoría necesita incentivos”, fundamentó.
“Con lo económico todo influye, no es fácil hacer un evento, conseguir un gimnasio para hacer un festival en el que peleen los pibes amateurs que están en crecimiento, en una escuela faltan elementos, uno los tiene que poner y salen caros”, sostuvo el ex campeón mundial Mosca y Supermosca.
“Tuve un buen pasar amateur, calculá que hice dos mundiales, saqué bronce en Budapest (Hungría) en el ’97, en el 99 plata y no fui oro porque los jurados se tiraron para otro lado, pero era oro cantado. En ese momento hubo una crisis política dentro del amateurismo, Cuba retiró su equipo por lo mismo que me pasó a mí, las medallas iban para otros países, me tocó sufrirlo en el final ante un ruso, pero tengo dos medallas mundialistas, dos Juegos Olímpicos (Atlanta ’96 y Sidney 2000), campeón panamericano, campeón de los Juegos Odesur, de muchos torneos internacionales, lo que me permitió llegar curtido, fogueado y muy bien aprendido al profesionalismo y encarar mi carrera de la mejor forma posible”, valoró.
“Hoy es imposible hacer una pelea mundialista, aunque en mi época prefería pelear por una bolsa mucha más chica que la que merecía un campeón mundial, pero prefería pelear que quedarme parado seis, nueves meses. Y una vez me tocó esperar un año y medio sin defender el título porque no salían peleas en el exterior y tampoco se podían hacer peleas en el país. Por eso digo que muy pocos tuvimos la constancia y la perseverancia y eso fue la clave del éxito, porque al final llegan los que tienen más dedicación y la cabeza más fuerte que el resto, todos podemos tener talento, pero no es fácil ser perseverante cuando las cosas no se dan”, argumentó.
UN SÚPER CAMPEÓN RETIRADO
“Yo estoy hace cuatro años y medio retirado, que no combatí más, soy parte del cuerpo técnico de la selección argentina, estoy trabajando hace mucho tiempo con Chubut Deportes haciendo capacitaciones, tengo en el gimnasio a pibes que boxean, a mi hijo, muchos pibes más que son campeones de Evita, medallistas nacionales juveniles. Tengo un lindo grupo de trabajo, mis hermanos siempre aportan; Daniel, Mario, Jorge, porque me toca irme 20 días y ellos mantienen el orden y la disciplina del gimnasio. Y en el boxeo competitivo no se les cobra, y es un esfuerzo personal, particular, nadie me da nada y pueden venir a entrenar la gente competitiva, lo recreativo es otra cosa”, señaló.
Consultado sobre si le había costado tomar la decisión del retiro, aseguró que “no me costó porque también ayudó la pandemia que enfrío todo, yo tenía una pelea en el exterior, seguí entrenando como siempre, pero la pandemia no terminaba más, duró casi dos años, y mi hijo, con 14 años, empezó a competir, los técnicos del equipo nacional querían que ya fuera parte, así que ayudó todo, y con 44 años me dije “hasta acá llegamos, demasiado hicimos por el deporte y mejor retirarse bien y no esperar que me retiraran arriba del ring”. Al principio me costó bastante, pero ahora ya lo tengo prácticamente asumido”.
“Siempre te tiemblan las manos para ponerte los guantes y entrar al ring, sobre todo cuando tengo que ayudar a los pibes, no quita que no esté en actividad, pero no pienso en una pelea de despedida, nadie me habló para eso, sino tengo que tirar el centro e ir a cabecear. Estoy bien, si sale, sale. Se había hablado en un momento de hacer una despedida con otro gran campeón (Lucas Matthysse), hubiera sido una pelea de dos campeones mundiales, pero no se dio y ahora miro para adelante”, admitió.
UN VÍNCULO ROTO
Su última pelea, en 2019, terminó siendo un trago amargo: “la derrota con Pablo Gómez con Rosario me hizo pensar que esa pelea no la había perdido, la miré diez, veinte veces y no perdí, hubo una mano oscura. Yo estaba por salir a pelear afuera, pero a mi promotor no le gustó la idea que yo me fuera porque él no estaba metido en el contrato, y el que avisa no traiciona, pero no podés ir afuera con tu última pelea perdida”.
“Entonces vino al pelo una pelea en el país, y como yo le dije al promotor, me podrían haber dado empate para hacerle bien al pibe (fue un fallo dividido en el que incluso un jurado vio ganador a Narváez) y no me fallaba a mí que nunca le fallé en mi carrera”, dijo para hacer alusión directa a su manager de siempre, Osvaldo Rivero.
“Es lo que le dije educadamente a Rivero, tengo colegas que le están haciendo juicio, o lo trataron mal, en cambio yo siempre fui respetuoso, nunca salí a hablar mal de él, si las bolsas eran más o menos, siempre me quedé callado, acepté siempre las reglas de juego. Si hubiera quedado ayudar al pibe le daban empate e igual lo ayudaban, el mismo Gómez no lo podía creer”, reprochó.
Sin embargo, aclaró que “no estoy peleado con Rivero, siempre lo traté con educación, hablo con Seba (su hijo) que tiene la misma edad que yo, tengo la mejor con ellos, quizás Osvaldo siente que yo estoy enojado. Pero son cosas que yo las supe entender con los años, me costó entender que un boxeador es un negocio dentro del profesionalismo, yo pensaba que había un cariño porque siempre fui respetuoso. Pero eso me terminó de hacer entender que uno es un negocio, cuando sirve vamos todos para adelante y cuando está grande, tiene prioridad el que viene”.
“Rivero dirigió toda mi carrera, fui 12 años y 7 meses campeón del mundo, no me puedo quejar, di mi parte, él dio la suya, pero con 44 años Omar Narváez ya no servía en el negocio, sirven los que vienen, está todo bien, perfecto. Pero como son las vueltas de la vida que me hablaron para manejar la carrera de mi hijo y les dije que no”, expuso Omar.
“Mi hijo no tiene porque pasar lo que pasé yo y voy a tratar de ser inteligente con eso. Les dolió esa parte porque rechacé una oferta importante de ellos, y como les dije, mi hijo vive otra realidad, tiene un padre que sabe del tema y si tiene que tener dos o tres trabajos para que a su hijo no le falte nada y no dependa de ningún promotor, que lo elija cuando él sea mayor, que se equivoqué él, aunque siempre estará el padre para dirigirlo, y si nos equivocamos, nos equivocamos los dos juntos y con un padre que tiene experiencia en este campo”, advirtió.
“Hoy hay varios promotores que le quieren becas mensuales, que para un pibe es plata, pero Junior tiene un padre que está sano y le puede dar lo que necesita para que llegue más fogueado y sin la necesidad de tener que firmar por dos pesos”, sentenció.
UN SUCESOR MÁS INTELIGENTE
“Junior viene muy bien, es mucho más inteligente creo, porque viene experimentando todo lo que vivió al lado mío, es un chico muy correcto, que nunca tuve que revisarle la carpeta para saber cómo iba la escuela, le gusta entrenar y está trabajando con un equipo muy profesional como el de Peto Ruiz y todo el CEYDDET, lo entreno yo, está en el equipo nacional como titular de la categoría 57 kilos. Hace dos semanas peleó en Buenos Aires con el que era titular de la categoría, un muchacho de 23 años y 120 peleas, mi hijo hacía la primera pelea como mayor y con 18 años, y le ganó claramente los tres rounds. Imaginate el padre con las babas como diciendo, ahí está Junior, el hijo de..”, ponderó.
CHANCE OLÍMPICA
“Siempre será el hijo de Omar… Se malinterpreta que él está donde está por el padre, cuando en realidad accedimos a pelear con un rival de 120 peleas y mi hijo recién tiene 19. Y ganó 20-19, 20-19, y 20-19, no hubo dudas, y ahora está esperando la chance de ir a Tailandia, entre mayo y junio, para buscar la chance de ir a los Juegos Olímpicos. Estoy brindando lo mejor para él, aprendiendo día a día para que sólo tenga un mejor padre, sino un mejor entrenador”, remarcó el ilustre ex boxeador.
“Ya tiene un campeonato sudamericano y mundial Juvenil, estuvo en Colombia dos veces haciendo de sparring con boxeadores mayores, y él con 17 años, se fue ganando su lugar, hizo la eliminatoria y la ganó perfecto, y hoy es titular de la categoría 57 kilos”, resaltó.
“Hoy hay seis chicos del equipo argentino en Italia para pelear el Mundial desde el 4 de marzo, con cuatro plazas para Paris, Junior tiene posibilidades de ir a la próxima eliminatoria de Bangok (Tailandia). El ENARD nos bancará todos los pasajes, estadía, pero uno tiene que hacer el esfuerzo en la suplementación, en la alimentación y en el equipamiento”, dimensionó.
“Hoy firmás por 50 mil, 100 mil pesos, y por ahí le puede servir a un chico de 18 años, pero cuando llegás a profesional, estás agarrado a eso. Cuando tuve la chance de ser campeón mundial, tuve que firmar por la misma bolsa en las tres primeras defensas. Pero hoy que ya se todos los negocios que hay, es diferente. Creo qué si tuviera 18 años y sin trabajo, sabés como agarrás 50 mil pesos, pero te alcanza solamente para una creatina (un suplemento de aminoácidos)”, insistió Narváez. “Contactos tampoco faltan, gracias a Dios levanto el teléfono y hay gente como la de Corti que quieren ayudar, promotores que lo pueden hacer pelear sin firmar nada, porque Junior anda muy bien y porque también es mi hijo”, destacó.
UN DÍA TENÍA QUE PERDER
¿Hay una pelea que no hubieras hecho?: “no, con el japonés tenía 39 años, traté de estirar mi carrera el mayor tiempo posible, pero siempre fue consciente de que uno estaba grande y en cualquier momento iba a venir un pibe y me iba a ganar, de la manera que sea. Siempre le dije a mis hermanos que la única manera que me ganaran el título era por nocaut, a 12 rounds no me ganaban. Y pasaron muchos años y fue así, pero me ganó el hoy número uno libra por libra, yo con 39 y él con 21”, justificó.
“Yo sabía que con Donaire no me iba a caer, venía matando gente, pero no pega lo que pega Inowe, pelé a 12 rounds con Nonito Donaire y en ningún momento sentí el poder de sus manos, sí que era peligroso porque su contextura física, pero el japonés te tiraba la mano adelante y parecía que te pegaba con un bate de beisbol, era muy grande la diferencia de potencia, pero también podría haber sido su papá”, precisó Omar. “Si no me ganaba él me iba a ganar otro porque los años pasan para todos y hay que ser inteligentes”, subrayó.
LA CLÍNICA DE ESQUEL
En Esquel vamos a estar entre el 7 y 8 de marzo con Peto Ruiz y Daniel Narváez en la primera Clínica de Capacitación para entrenadores, boxeadores y boxeadoras, pero también para todos los amantes del boxeo que se quieran acercar. Ya nos hablaron que además se acercará gente de El Bolsón, Epuyén, Futaleufú, y después la idea es recorrer toda la Provincia durante todo el año; Comodoro, el Valle, el interior. Los métodos de trabajo van cambiando día a día y por suerte uno está al tanto de eso».
Fuente: Tiempo Deportivo/Cadena Tiempo